Luna Llena

«En el momento de la Luna Llena, ésta parece completa y total, como si llevara al Sol dentro de sí. Simbólicamente, la forma receptiva parece haberse apropiado de la energía activa; la Luna está llena de Sol, y la existencia de una forma absoluta parece un hecho cierto.

Sin embargo, lo que realmente se produce en el momento de la Luna Llena es una relación plena entre la Luna y el Sol —que incluye a la Tierra— en la que la primera puede reflejar en su máxima intensidad la luz del Sol iluminando la noche terrestre. Se trata de una perfecta alineación cíclica entre dos polos con respecto a un tercero que necesita de ambos. La plenitud de una relación no  absolutiza ninguna de sus partes, pero para apreciar esto, la conciencia debe ser capaz de contemplar la totalidad del proceso, sin dejarse absorber por los fragmentos.

Ese instante de equilibrio cíclico que ilumina el mundo de la noche como si fuera día, posee una intensidad perturbadora ante la cual la conciencia reacciona de maneras diferentes. Por un lado — nos dice la mitología popular— en las noches de Luna Llena aparece el licántropo, el hombre lobo. Con esto se simboliza el momento en que la conciencia —en su máxima amplitud, cuando asiste a una totalidad cíclica— puede al mismo tiempo perder su equilibrio y quedar identificada con el lado oscuro. Lo más regresivo, salvaje e indiferenciado, representado por la fiera que vive en manada, emerge dentro del ser humano y anula milenios de evolución y crecimiento, en un instante: las memorias del pasado, con su potencia, han devorado la diferenciación solar.

Por otro lado, tenemos el arquetipo del romance en el que la unión absoluta entre las formas parece posible y eterna. El hechizo romántico de la noche de Luna Llena activa los arquetipos de la unión perfecta y la conciencia —aún identificada con la forma— queda capturada por aquéllos, cargando de ilusiones a los amantes que sueñan con pertenecer a otra dimensión. En este caso, el mundo de las formas se ha apropiado del éxtasis cíclico de la totalidad, encerrándolo dentro de los límites de su imaginación.

Pero existe otro nivel de manifestación para esta experiencia. La conciencia que permanece en contemplación durante el tiempo de la Luna Llena puede ser iluminada en el instante del alineamiento, adquiriendo su expansión máxima dentro de un proceso cíclico. La energía del signo solar de ese período devela sus secretos y, por un momento, la conciencia humana participa de la meditación de los cielos. Mes a mes, en el pulso de las lunaciones, la relación entre sustancia y energía va dibujando un itinerario en el que se enriquece la conciencia en meditación, en un patrón previsible pero con contenidos siempre diferentes.

En estas tres percepciones de un mismo acontecimiento que involucra a la Luna podemos visualizar la coexistencia de la regresión, la ilusión y la receptividad creativa. Las tres, como hemos visto, son manifestaciones de la función lunar.

Es interesante observar que el lobo —animal salvaje y gregario— queda fascinado por la Luna y le entrega su canto, en solitaria o junto a la manada. Por otra parte, los grandes antropoides —gorilas, orangutanes y chimpancés— se reúnen habitualmente en grupos sobre la llanura africana, para observar silenciosamente el ocultamiento del Sol en el esplendor de su ocaso. Esta fascinación por el Sol no es distintiva de los humanos sino que parece provenir de las entrañas de nuestra línea evolutiva.

Quizás a nosotros, como especie, nos esté destinado ir más allá de la fascinación por uno u otro de estos cuerpos —Sol y Luna— y podamos algún día permanecer abiertos a la trama completa de los cielos, en la contemplación de sus ciclos y constelaciones. «

Fragmento del libro, Las lunas – El refugio de la memoria-  de Eugenio Carutti. 

Desde la práctica de Kundalini Yoga, hay una meditación con un mantra muy efectivo para entrar en esa consciencia contemplativa, donde el ciclo concluye en esa expansión  (luna llena) para volver a un nuevo ciclo (luna menguante hacia luna nueva). Volver con una nueva consciencia hacia lo ya establecido, hacia los límites fundados, y permitirnos creativamente ser flexibles, con nuestra plasticidad neuronal y energética, para no quedarnos fijados en conductas y patrones limitantes. Mas bien, reconocer si nuestros limites acompañan al aprendizaje que el presente está brindando, o si por el contrario, estamos repitiéndonos en las creencias ilusorias de seguridad y protección que son la «zona de confort» por nuestro debilitamiento psíquico. Es importante por ello la meditación como un proceso de limpieza que a la vez infunde una nueva energía y percepción inclusiva (que incluye la luz, las sombras, la totalidad) para salir de los circuitos autodestructivos porque los reconocemos, y crear nuevas conexiones positivas y nutritivas. Siempre acompañando y siendo coherentes con nuestro momento de aprendizaje. Esto también implica la atención de la discípula, que mantiene una disciplina estable y puede observar el camino de aprendizaje, en su paso a paso, mientras se va descubriendo maestra de sí misma en comunión con el Todo que la rodea, percibiendo la tierra donde está siendo sostenida, percibiendo la astralidad que se vislumbra en los cielos, y accediendo a la Totalidad que todo lo abarca.

La Meditación que Harbhajan Singh Khalsa (Yogi Bhajan) compartió para la luna llena es la Meditación Kabadshe, con el Antar Naad Mantra (La vibración que da el centro).

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Puedes encontrar varias versiones de melodías en youtube, aquí les comparto una:

 

Antes puedes entonarte con el Adi Mantra, Ong Namo Guru Dev Namo, y finalizar la meditación cantando «el eterno Sol» y Sat Nam. Date el tiempo para sintonizar, crear el espacio de encuentro contigo misma.

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